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30 de marzo de 2011

Una vida de pureza

Mira como niño,
siente como niño,
ama como niño,
vive con corazón de niño.

Vive dócil, transparente y sencillo;
vive frágil, en las manos de Dios,
vive sin más de Su Amor;
sin más del color,
de una mañana
coloreada en albor,
trabajada entre dos:
el hombre que crece,
Dios que vive y lo llama
a vivir en su cielo,
a soñar en su lecho,
a guardar en silencio,
el tesoro,
hermoso y brillante,
que tiene todo pequeño.

Porque la noche pasa,
y el mañana florece
como la flor en rosal,
del niño que alcanza
en tenaz batalla,
el don de llevar,
luz de Dios,
para aquellos
que aún no son niños;
aquellos que mueren
en el olvido,
de su pasado
antiguo y hermoso.

Y florece así jubiloso,
una rosa pura,
en corazón luminoso;
para encender las mañanas,
para abrazar el Abrazo,
para descansar al final,
en Su tierno regazo.