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9 de octubre de 2011

Búsqueda y respuesta

Todas las personas estamos en búsqueda. Es una certeza que, me atrevería a decir, es incuestionable. Cuánto más todavía los jóvenes. Andamos de un lado para otro, detrás de sueños, anhelos, posibilidades; buscando algo que responda a nuestro “inquieto corazón”, algo que nos permita vivir plenamente felices y satisfechos con nuestra vida. Algo que me lleve a caminar seguro, algo que le de un sentido a mi vida, y que éste sentido, sea auténtico (a nadie tampoco, le gusta andar viviendo en la mentira, es algo ajeno a lo profundo de nuestra naturaleza humana).

Y claro, todos buscamos. Pero vale la pena preguntarse, ¿estaré buscando en el lugar correcto? ¿Estaré respondiendo a lo que de verdad mi corazón necesita? ¿Sí, no? ¿Entonces por qué esa experiencia de que “falta algo más”? Es importante cuestionarnos sobre ello, porque cada uno debe ser protagonista de su propia vida. Si ésa me ha sido dada, es por alguna razón. Más aún, este mundo en el que vivimos, lo reclama a gritos. Se necesitan personas valientes que se lancen con generosidad a descubrir qué es aquello tan grande y tan hondo para lo que sus corazones están hechos. Es evidente para todos, que nuestro mundo necesita gente que se comprometa con la realidad. ¡Basta ya de andar alzando la bandera de la insatisfacción como única arma, y sin proponer respuestas sólidas y valederas!

Por ello, con sinceridad, debemos ser buscadores de la Verdad. Búsqueda que debe ser audaz,  para poder trascender la neblina que la sociedad moderna pone delante de nosotros; nublando nuestra mirada, y confundiéndonos muchas veces en nuestras opciones. No podemos seguir viviendo impasibles, ni seguir conformándonos con poco. Una es la respuesta, y es claro que no nos la puede dar cualquiera. Uno el camino y es indudable que lo tenemos que recorrer si queremos ser realmente auténticos y responder a aquello para lo que estamos hechos.

El Papa Benedicto XVI en su visita apostólica a San Marino en junio de este año, invitó a los jóvenes a no tener miedo de plantearse "las preguntas fundamentales sobre el sentido y el valor de la vida”. Nos decía: “No os quedéis en las respuestas parciales e inmediatas, sin duda más fáciles y más cómodas, que pueden proporcionar un momento de felicidad, de exaltación, de embriaguez, pero que no os conducen a la verdadera alegría de vivir, la que proviene de quien construye –como dice Jesús– no sobre la arena, sino sobre la roca sólida”.

Ésa respuesta que buscamos, por lo tanto, tiene un rostro concreto. Esa Respuesta ha sido pronunciada hace más de dos mil años. Esa respuesta que nuestra vida reclama es Cristo. Y Él, sí nos ofrece propuestas sólidas y cargadas de significado: frente al egoísmo que la sociedad de hoy nos propone, nos invita a ser generosos hasta el extremo; frente a la mediocridad, nos propone ser generosos hasta dar la vida; frente a la búsqueda de alegrías y placeres momentáneos, nos ofrece la solidez de una alegría centrada en lo esencial, que nos lleva a buscar lo que realmente vale la pena. Sólo en Cristo, encontramos ese sentido, ese Camino, esa Verdad, esa Vida auténtica que buscamos. Así como hicieron los apóstoles, debemos ir hacia Él, verlo, escucharlo, creerle y cambiar lo que tengamos que cambiar, y quedarnos con Él en nuestra casa, toda la vida. ¡He ahí la felicidad que buscamos! ¡He ahí la meta de nuestra búsqueda!

1 comentario:

  1. Pues bien ha dicho el Papa Benedicto XVI: "La felicidad que buscáis, la felicidad a la que tenéis derecho tiene un nombre,un rostro: es Jesús de Nazaret".

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