Hace algunos meses atrás, más de 3 millones y medio de jóvenes
tuvimos la gran alegría y bendición de participar en la Jornada Mundial
de la Juventud en Río de Janeiro, junto con el Papa Francisco.
En
las palabras que nos dirigió durante la Vigilia de oración, hubo una
frase muy sencilla que me llamó de manera particular la atención: "Les
pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por
un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, no balconeen la vida,
métanse en ella, Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen
la vida, métanse en ella como hizo Jesús."
El Papa dio un fuerte acento a "no balconear la vida". Pero, ¿qué nos ha querido decir con esta expresión? He tenido algunas reflexiones al respecto.
¿Alguna vez se han parado en un balcón? La vista es hermosa, uno puede ver "desde arriba" las cosas, podemos señalar sin que nadie se entere, las cosas que ocurren "abajo", incluso podemos intervenir "a lo lejos" en alguna situación, o también porque no, contemplar la realidad y entretenernos con ella.
El
Santo Padre, nos viene a remecer con sus palabras. Y es que muchas
veces, ¡los cristianos vivimos así! Muchas veces nos contentamos con "desde el balcón", señalar lo que está mal, "corregir"
las actitudes de los otros sin involucrarnos, creernos incluso
superiores desde nuestra posición o desde alguna estructura en la que
estamos; y lo que es peor, viviendo cómodos, contemplando lo que ocurre
en la realidad de tantos hermanos, sin comprometernos con sus vidas, sin
salir al encuentro de sus necesidades (sean materiales o espirituales).
Nos contentamos con "tirar la moneda" desde el balcón al pobre o a "gritarle desde arriba" el consejo al amigo; y ya nos creemos buenos con eso.
Pero, ¿Jesús qué hizo? ¡El salió! ¡Él se bajó! Como dice S.S. Francisco, ¡"no se quedó en el balcón"! Él se metio de lleno en la vida de las personas, una a una.
Jesús iba de pueblo en pueblo, salía al paso de las personas, de cada
una de sus necesidades. No se guardaba para sí, no se contentaba con
"estar tranquilo" o "cómodo". Jesús siempre vivió "abajo" ("no hizo alarde de condición de Dios" Flp 2, 6), siempre vivió en una permanente dinámica de encuentro con los demás. Y uno ve la vida del Papa Francisco, y ciertamente, es alguien que realmente hace sus esfuerzos por vivirlo.
¿Es posible vivir esto?
Yo creo firmemente que sí. Jesús lo pide, y con Él, el Santo Padre como
exigencia y como favor, y porque sabe que es también algo que anhelamos
en lo profundo del corazón: el Encuentro. Y lo más
hermoso es que cuando uno mal que bien lo va haciendo, casi sin quererlo
el corazón se va habituando, y el gran fruto que uno obtiene es la
certeza de estar respondiendo a ese llamado del Señor, y también al
llamado del propio interior. Y esta dinámica, cambia realidades, cambia corazones, cambia vidas. El mundo nos enseña todo lo contrario: egocentrismo, egoísmo, egolatría. Todo yo. Dios, en cambio, nos enseña: todo por los demás (con Dios como centro), y te encontrarás a tí.
¡Atrevámonos a bajarnos del balcón! ¡Dios lo pide, el mundo lo exige, y nuestro corazón lo reclama!