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18 de abril de 2012

Cristo pasa por mi puerta

En el camino de la vida, el Señor Jesús, como Buen Pastor que es, no cesa de tocar la puerta, hasta que le abramos el corazón (Ap 3, 20), y no se detiene hasta llevarnos cargados sobre sus hombros de vuelta al redil...


Cristo ha pasado hoy por mi vida,
ha detenido su mirar,
mi existencia en un día.
Ha decidido entrar siendo de noche,
y mi corazón ha querido escuchar,
para no dejar que más lágrimas derroche.


Cristo, reclamaba pan en mi puerta,
sin saber yo ingenuamente
que mi alma andaba medio muerta,
y que quien el pan necesitaba,
¡era yo tan claramente!
Su dulce voz lo señalaba.


Cristo me mira a los ojos,
me enfrenta a lo evidente:
dejar de caminar por los abrojos,
es lo que me pide su mirada,
para ser auténtica simiente,
para dejar de vivir sin darle entrada.


Para cenar por siempre en mi morada,
abrir de par en par el corazón,
partir el pan, sin negarle nada;
y regalarle a Cristo que pasa,
mi vida entera en oración,
un lugar eterno en mi casa.

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