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10 de noviembre de 2010

¡Sé tu mismo!

¿Quién no desea en su vida llegar a lograr algo importante; de fondo, lograr ser recordado, permanecer en el recuerdo de muchos? ¿Acaso no es un anhelo propio del ser humano, y más aún de la juventud, que busca un cambio porque no se conforma con lo que tiene ante sus ojos, y quiere más? ¿Pero cómo se da hoy en nosotros esta realidad? ¿Vivimos de acuerdo a lo que profundamente anhelamos, siendo auténticos, mostrándonos tal cual somos; o vivimos más bien de “poses”, de máscaras, de marcas?

“Ser o no ser, he allí la cuestión”, decía Hamlet, en la obra del reconocido escritor William Shakespeare. Una duda que en el mundo de hoy, se ha convertido más bien (parafraseando la frase) en “la cuestión es no ser quien eres”. Así las personas viven confundidas, pero “felices”; sin rumbo, pero con “mucha seguridad” de lo que quieren en la vida; muy “despiertas”, pero no se dan cuenta de que andan bajo los efectos de una poderosa anestesia.

¿Por qué se nos propone no ser quiénes somos? Porque este mundo en el que vivimos nos vende día a día, modelos de vida, “felicidades” pasajeras; pues ese es su negocio: que nosotros, tarjeta en mano, sigamos consumiendo y consumiendo, sin darnos cuenta que nuestro crédito se ha acabado hace ya bastante tiempo. Porque es “mejor” andar disfrazados, con máscara sobre máscara, aparentando ser únicos (con un tipo de zapatos o marca de ropa que todos usan), pero sumergidos en el mar de la uniformidad, adormecidos frente a lo que nos rodea, preocupándonos principalmente por las frivolidades de la vida, por lo vano. 

Y, ¿por qué esto se nos vende como lo “mejor”? Por una razón sencilla: así te lo dice el mundo. “Mi producto es lo máximo”, “Compra esto, y serás feliz”, “Usa esto y serás el número 1”. Porque en lo profundo de nosotros mismos, tenemos un anhelo innegable de ser felices (de aquella felicidad que no termina), de vivir con un sentido la vida, de ser realmente uno mismo. Ellos lo saben, y a ello apelan, de eso se benefician.

La solución, es sencilla. Todos en el fondo la sabemos; pero primero, hay que quererla. Hay que tener valor (porque siempre va a ser difícil ir contra la corriente), y tener claro que mi felicidad no la determina qué estilo de peinado uso, o qué pantalón "fashion" me pongo. Ninguna  “moda” o modelo me va a venir a decir qué cosa es lo que realmente quiero. Si quiero ser feliz de verdad, tengo que “SER” de verdad, tengo que ser yo mismo. ¡Sé tu mismo!


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